La residencia del Valle de Salazar, situada en Otsagabia y que da servicio a personas de los tres valles, Roncal, Aezcoa y Salazar, está participando en el proyecto AICP.com cuyo objetivo es impactar de modo significativo en la mejora de la vida y el bienestar de las personas que viven en centros residenciales. El modelo de Atención Integral Centrada en la Persona ha sido adoptado en todo el mundo, pero concretamente en este proyecto participan otros 24 centros de Comunidad Valenciana, Navarra, Castilla la Mancha, Aragón y Ciudad Autónoma de Ceuta. Para saber algo más, en este número de MENDIXUT, hemos hablado con la directora de este centro, Elvira Ruíz.
¿De dónde surge este proyecto?
En las últimas décadas se están produciendo cambios significativos en la orientación y propuesta de los diferentes servicios de atención gerontológica. Las entidades residenciales para las personas mayores han experimentado grandes modificaciones no solo en los modelos de atención, sino también en los modelos de convivencia. Dicho esto, conviene recordar que en sus origenes, las legislaciones existentes perseguían modelos asilares sanitarizados. Años después las administraciones públicas buscaron la calidad en los sistemas de acreditación fortaleciendo la visión hostelera en la que los equipos profesionales se encargaban de realizar los tratamientos y terapias que consideraban precisos para intentar curar, corregir o modificar situaciones problemáticas o socialmente cuestionables. En todo caso, dejando a un margen a la persona y sus potencialidades de desarrollo para tener o continuar teniendo una vida con sentido y significado. Es fácil comprender entonces la reducción de autoestima que llegaron a experimentar muchas personas que vivían en residencias, al internalizar la percepción de que su identidad pasada se desdibujaba y pasaba a considerarse ellas mismas como enfermas o dependientes, sin vida presente o futura. El centro de atención no era la persona en sí, sino la propia enfermedad. En la actualidad está surgiendo un nuevo modelo denominado housing que trata de evolucionar respecto al modelo residencial y plantea zonas convivenciales que se asemejen al ambiente de hogar, donde el centro de atención sea la persona.
¿Qué cambios supone para el centro la participación en este proyecto estatal?
El centro contará para su implementación con un técnico facilitador que forme parte de la plantilla de la residencia para asegurar la conformación de los equipos necesarios y el desarrollo de las actividades del proceso. Un consultor o consultora externo experto en procesos de cambio organizacional que acompañará al equipo residencial en el itinerario de transformación y un soporte de asesoría técnica para suministrar herramientas y resolver dudas y problemas que vayan surgiendo en la implantación de este modelo.
La implantación de este enfoque de atención centrada en la persona y humanización de los cuidados plantea nuevos retos y trae consigo la necesidad de reformular el concepto de asistencia, de cuidado y todos los derechos que les deben ser reconocidos y respetados a los/las personas residentes. Todo ello responde al reconocimiento de la dignidad, respeto de la autonomía y el fomento de la autodeterminación de las personas.
Y, ¿cuál es el objetivo como centro residencial?
Queremos seguir progresando hacia un enfoque donde se anteponga a la persona por encima de todo, facilite la personalización del cuidado, promueva la autonomía facilitando el control sobre la vida cotidiana de la persona desde la aceptación incondicional y respeto a sus principios y valores. Pretendemos que cada persona (incluyendo a las personas con cierto grado de dependencia) participe activamente y pueda controlar su vida en la medida de lo posible.
La adopción de este modelo ¿qué cambios conlleva para el equipo profesional
La implantación de este modelo pasa por que los profesionales cambiemos la mirada en la forma de atender a las personas: el rol profesional debe cambiar, es necesario adquirir nuevos conocimientos y competencias profesionales. Debemos ser creativos para conseguir la implicación de las personas que cuidamos. Debemos favorecer así una relación más estrecha y, por lo tanto, más humana basada en la confianza, la escucha activa, el respeto hacia la libertad de la persona y, por supuesto, la participación en un entorno comunitario que facilite las relaciones sociales y propicie ambientes semejantes a los de un hogar. Todo esto favoreciendo la autonomia, el descanso, la familiaridad, las relaciones personales y la intimidad.
Por ello, si queremos avanzar hacia la AICP, resulta ineludible fijar nuestra atención en la revisión de las prácticas y rutinas cotidianas y centrar nuestro esfuerzo en asegurar que éstas sean coherentes con los principios y valores rectores que hemos adoptado como guía. No basta con quedarnos en la declaración de intenciones.
¿Cuáles son las herramientas necesarias para llevar a cabo una atención individualizada ?
Dos herramientas son imprescindibles para lograr una atencion individualizada: el plan de atención y vida y el profesional de referencia.
¿Qué es el plan de atención y vida?
El plan de atención y vida es un documento vivo que recoge los objetivos de vida de cada persona que acude al centro según sus capacidades, deseos y necesidades. Debe concebirse como un proceso continuo, abierto y participativo donde a través del diálogo se marquen las pautas de actuación. El hecho de que algunas personas mayores necesiten de algún centro gerontológico de manera temporal o definitiva no significa que hayan dejado de tener un proyecto de vida.
¿Qué implica ser el profesional de referencia?
La persona profesional de referencia será la responsable del apoyo personalizado a cada persona en el día a día, desde un acompañamiento continuado, y se ocupará de una forma especial de varias personas mayores. Desempeña un papel esencial en lo que a la confianza y el apoyo emocional de la persona se refiere, por ello debe poseer las siguientes cualidades: ha de tener empatía, mostrar cercanía a las personas, mostrar interés y estar a disposición de la persona mayor y su familia. Por supuesto, esta persona también es elegida en consenso con la persona residente y su plan de atención y vida.
Para finalizar ¿quieres añadir algo más?
Estamos ante un cambio cultural, profundo en la forma de ver y a acompañar a las personas que precisan cuidados. Una nueva forma de hacer que lidere, arriesgue y haga posible en el día a día de la atención esta visión del cuidado confiando en las personas y buscando soluciones creativas. Este nuevo modelo de atención supone en definitiva la necesidad de llevar a cabo realmente un cambio no solo del paradigma asistencial sino en definitiva un cambio de cultura organizacional. En resumen, esto nos lleva a reconsiderar no solo la organización de la asistencia en los servicios gerontológicos o las funciones de los equipos profesionales sino un cambio sustancial en las creencias, valores y actitudes que guían el cuidado y la asistencia a las personas mayores.
No podemos olvidar que cuando dedicamos nuestro tiempo a trabajar con y para las personas nuestro fin último son las personas.