“Eran las cinco de la tarde de cualquier domingo de invierno...”, evocó Iñaki de Miguel el pasado 28 de junio, dando comienzo al acto central del Primer Día del Cine en Isaba. La frase, cargada de melancolía, abrió una jornada que convirtió las calles de la localidad en escenario vivo, rindiendo homenaje a la memoria compartida de generaciones roncalesas que crecieron entre bobinas, proyectores y películas que marcaron una época.
En un tiempo en que las salas rurales desaparecen, Isaba resiste. Su cine, activo desde los años 40, es hoy el último en funcionamiento en el Pirineo navarro. Pero no es solo un edificio: es la casa donde habita el recuerdo, el símbolo de una comunidad que se niega al olvido. Desde 2004, la Asociación Cultural Cine de Isaba mantiene encendida esa llama. Programan filmes, restauran el espacio y, sobre todo, cuidan el alma de un pueblo que sigue mirando a la gran pantalla con los ojos bien abiertos.
Premios con historia
El Día del Cine fue también una celebración de trayectorias. El cineasta navarro Montxo Armendáriz, autor de obras como Tasio y Obaba, recibió el Premio Cine de Isaba por su mirada honesta y poética sobre el mundo rural. Junto a él, la productora Puy Oria, fundadora de Oria Films, fue reconocida por su compromiso con el cine independiente y de autor. Ambos compartieron su emoción ante una plaza repleta de vecinos y visitantes, reivindicando el valor del cine en los pueblos. “Aquí no solo se proyectan películas, se proyectan sueños”, proclamó Armendáriz, en una frase que ya forma parte del imaginario colectivo de Isaba.
Como tributo, recibieron palos de pastor —palos de puerto cortados en mengua— elaborados por Jesús Aguere y decorados por Iñaki Zoko. Un gesto simbólico que Iñaki de Miguel explicó así: “somos madera, somos ganado, son la extensión del pastor, sirven para dirigir, son un punto de apoyo de la mano que agarra. A partir de ahora pasáis a ser uno de los nuestros”.
La jornada contó además con la presencia del escritor Bernardo Atxaga, autor de Obabakoak, la periodista Asun Garicano y el físico izabar Pedro Miguel Etxenike. También asistieron intérpretes de Secretos del corazón y Obaba, junto a Alberto Cañada y Joxean Fernández, representantes de las filmotecas de Navarra y Euskadi.
Uno de los momentos más singulares fue la inauguración de la exposición al aire libre “Un cine de pueblo, un pueblo de cine”. Más de 200 carteles —desde clásicos del oeste hasta comedias españolas de los años 80— decoraron las fachadas del pueblo, transformando el paseo por sus calles en un viaje visual por la historia del cine y por las emociones de quienes lo han vivido desde la butaca.
Las películas, proyectadas en Isaba entre 1950 y 2020, no solo forman parte de su programación: forman parte de su identidad.
“Los sueños de cartón”: la emoción compartida
La jornada culminó con el estreno del documental Los sueños de cartón, dirigido por Mikel Lahidalga, una obra que conmovió profundamente al público. A través de los testimonios de vecinas y vecinos, el filme revela cómo el cine ha marcado sus vidas: los primeros amores a oscuras, las risas compartidas, las emociones contenidas, los silencios que hablaban.
“Era nuestra ventana al mundo”, afirma una vecina frente a la cámara. Y en esa frase se concentra el espíritu de toda una celebración: el cine como refugio, como escuela, como espejo.
Antes de la emisión del documental Los sueños de cartón, Iñaki de Miguel ofreció un emotivo homenaje al cine rural, titulado "El NO-DO", en el que recordó películas icónicas como Cinema Paradiso y Tasio, entre otras. El monólogo, escrito e interpretado por el propio de Miguel, fue grabado por el cineasta Alberto García, convirtiéndose en una pieza sensible y profundamente evocadora que conectó con el alma de la audiencia.
Cine para quedarse
En un contexto de despoblación creciente, el cine de Isaba no es solo una mirada al pasado, sino también una apuesta por el futuro. Se convierte en herramienta para atraer visitantes, fortalecer el tejido social y fijar población. Porque donde hay cultura, hay vida. Y en Isaba, esa vida se proyecta en pantalla grande.
