Del silencio a la acción: el Pirineo lanza una campaña para visibilizar la violencia machista en espacios festivos

23/07/2025

Del silencio a la acción: el Pirineo lanza una campaña para visibilizar la violencia machista en espacios festivos

Las técnicas de igualdad del Pirineo presentan una campaña que pone el foco en cómo el entorno influye en la tolerancia sobre las agresiones machistas en espacios festivos.

Una propuesta que nace desde lo rural con una mirada pedagógica y transformadora. Porque la violencia machista no es un hecho aislado, ni responsabilidad exclusiva de quien la ejerce: es el resultado de dinámicas estructurales que muchas veces el entorno normaliza, permite o ignora.

Esta campaña nos invita a mirar de frente esas situaciones, a aprender juntas y juntos a identificarlas, a no mirar hacia otro lado, y a saber cómo actuar: acompañando a quien sufre la agresión, señalando los comportamientos machistas y creando espacios festivos más seguros, libres y respetuosos para todas las personas.

¿Cómo nace esta campaña y por qué es importante que se haga desde el Pirineo?

En nuestros pueblos, donde las relaciones son cercanas, donde todo el mundo se conoce y la vida comunitaria es parte del día a día, hablar de agresiones machistas puede parecer incómodo, exagerado o incluso innecesario. Muchas veces se piensa que “eso no pasa aquí”. Pero sí que pasa. Porque la violencia machista es una realidad global, y también atraviesa nuestros pueblos, nuestras fiestas y nuestras relaciones, las de todas y todos.

Una de las particularidades de esta violencia en contextos rurales es que muchas veces quien agrede es alguien cercano: un conocido, el hijo de un amigo, el hermano de una vecina de siempre... Y eso lo cambia todo. Cuando hay vínculos de por medio, señalar una agresión, sea del tipo que sea; sexista, machista y/o sexual se vuelve mucho más difícil. Cuesta identificar, cuesta nombrar. En esa dificultad, es habitual que el foco se desvíe: se tiende a restar importancia a los hechos, o a proteger al agresor por ser alguien cercano, conocido o apreciado en el pueblo.

Además, cuando no hay una agresión sexual explícita o violencia física visible, también se pone en duda que haya sido una agresión machista. En ocasiones podemos escuchar frases como “no fue con mala intención” o “solo era una broma”. Pero que sí lo es, es el machismo arraigado de siempre. Porque la intimidación, el acoso verbal o los comentarios sexistas, también formas de ejercer poder y violencia basada en las construcciones de género.

Mientras tanto, quien ha sufrido la agresión puede quedar en una situación de gran vulnerabilidad. No solo tiene que hacer frente a lo vivido, sino también a las dudas, los comentarios o el silencio del entorno, a la presión para callar y también a la revictimización, lo que puede hacer que el proceso resulte aún más duro y solitario. Y eso duele. Porque una comunidad que no escucha, que no acompaña, también sostiene la violencia.

Esta campaña nace desde ahí. Desde la necesidad de mirarnos como comunidad. De entender lo que pasa en nuestras fiestas, en nuestras calles y en nuestras relaciones. No se trata sólo de señalar a quien agrede, sino de identificar cómo lo protegemos, cómo lo encubrimos, y cómo podemos dejar de hacerlo para poder enfocarnos en una reparación colectiva.

Queremos transformar la incomodidad en conciencia. Y esa conciencia, en acción comunitaria. Porque construir entornos más seguros y más libres también es tarea de todos y todas.

¿A quién va dirigida esta campaña?

La violencia machista no es algo que ocurra de forma aislada o puntual; forma parte de la manera en que nos relacionamos y convivimos en nuestra sociedad. Está tan integrada en nuestras costumbres y formas de actuar que a veces no la reconocemos. Por eso, para poder cambiar esta realidad, es fundamental informarnos, reflexionar sobre nuestras propias actitudes y comprometernos a realizar un trabajo constante de concienciación. Solo así podremos romper este ciclo y construir relaciones más igualitarias y respetuosas para todas las personas.

Además, la violencia no solo la cometen quienes actúan directamente, sino que también se sostiene cuando hay personas que no reaccionan, que no apoyan a quien ha sido agredida o que minimizan lo que está pasando

Esta campaña está pensada para todas las personas que tienen un papel clave al decidir si enfrentan o ignoran estas situaciones, bien por miedo o por desconocimiento, para quienes aún no saben identificar estas violencias ni saben cómo actuar, para quienes dudan sobre lo que ha ocurrido o creen que no es asunto suyo. Porque el cambio comienza cuando cada persona reconoce su responsabilidad en construir relaciones más justas y seguras para todas y todos.

¿Qué enfoque habéis elegido? ¿Es una campaña de denuncia o también propositiva?

No queremos hacer una campaña que solo denuncie. Queremos proponer para poder construir, imaginando y repensando cómo podrían ser las cosas si actuáramos de forma colectiva. Por eso queremos plantear preguntas como:

  • ¿Cómo me gustaría que fueran las fiestas de mi pueblo?
  • ¿Cómo me gustaría sentirme cada vez que salgo?
  • ¿Qué espacios necesitamos para disfrutar sin miedo, sin incomodidad, sin violencia?

Queremos invitar a toda la comunidad a pensar de forma colectiva cómo resolver este problema estructural, desde la corresponsabilidad, la empatía, el cuidado y el compromiso. Porque la solución debe ser colectiva.

La imagen de la campaña: cuando por fin lo vemos claro

La propuesta gráfica de la campaña “En nuestro pueblo eso NO pasa” nace del mismo lugar que sus mensajes: de la necesidad de mirar de frente, de romper silencios y de abrir conversaciones incómodas, pero necesarias.

Los carteles juegan con una frase que resuena en muchos pueblos: “eso aquí no pasa”. Una frase que a veces decimos sin darnos cuenta de todo lo que oculta. En el diseño, el “NO” aparece difuminado, casi borrado. Esa decisión no es casual: nos habla de esa tendencia a silenciar, a minimizar, a hacer como si nada pasara, especialmente cuando las situaciones tocan de cerca o rompen la comodidad del entorno.

Sobre ese fondo, destacan con fuerza tres conceptos encapsulados en esferas de color: sexismo, violencia sexual y violencia machista. No aparecen de forma agresiva, pero sí clara. Están ahí, visibles, nombradas. Como diciendo: esto también forma parte de nuestras fiestas, de nuestras relaciones, de nuestros espacios. Nombrarlas es el primer paso para poder reconocerlas, y reconocerlas, el primer paso para poder cambiarlas.

Cada cartel incorpora además una frase que acompaña ese momento en el que algo hace clic:

  • “Cuando lo ves claro, deja de parecerte normal”
  • “Cuando lo ves claro, tu mirada cambia”
  • “Cuando lo ves claro, ya no puedes ignorarlo

Frases sencillas, pero potentes, que nos interpelan como comunidad y nos invitan a pasar de la incomodidad a la conciencia, y de la conciencia a la acción.

La campaña no busca culpabilizar. Busca sumar. Por eso se cierra con tres ideas clave, tan importantes como alcanzables:

  • Aprende a identificarlo
  • Señala para no ser cómplice
  • Repara colectivamente

Un mensaje claro para todas las personas, vivamos donde vivamos: todos y todas podemos formar parte del cambio.

A través de una imagen limpia, cercana y directa, que se adapta al ritmo de los pueblos y a los códigos de su gente, esta campaña no solo se ve: se reconoce. Y al hacerlo, nos recuerda que la igualdad y el respeto también son parte de lo que somos.

Decís que la violencia es estructural. ¿Cómo se traduce eso en esta campaña?

No queremos asustar ni culpabilizar, sino interpelar con honestidad y proponer con esperanza. Porque la violencia no es un problema individual: es estructural. Por tanto, necesita soluciones colectivas.

Queremos que esta campaña sea una herramienta para transformar la manera en la que convivimos. Que no solo genere rechazo a la violencia, sino que también movilice, implique, haga pensar. Que abra conversaciones en cuadrillas, en comidas populares, en nuestras fiestas… y poco a poco vayamos tejiendo una red de buenos tratos entre todas y todos.

Porque no basta con no agredir: hay que posicionarse.

¿Cuál es el mensaje político y cultural que también está presente en esta campaña?

Queremos vivir en un Pirineo que sea euskaldun, rural, feminista y comprometido. Y para eso, la lucha contra la violencia y la desigualdad no puede quedarse fuera. No es un tema aislado, es transversal: como ya consideramos el euskera, como el desarrollo rural, como la defensa del territorio.

Esta campaña es una forma de decir que nos importa lo que pasa, y que queremos formar parte activa del cambio:

Porque esto también pasa en el Pirineo, pero también aquí, podemos hacer que deje de pasar.

 

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